Hoy es un día muy especial, no tanto, diría yo, por su
graduación, que ocurrió para la mayoría en 2019 si terminaron en quinto o en el
2020 para quienes hicieron sexto.
Tampoco pienso que estemos
celebrando su ingreso al mundo de los adultos, ya de ello se desprendería que
estamos considerando a la adolescencia como una etapa incompleta, un simple estado
intermedio, una etapa amorfa que necesita ser formada, moldeada. Y en esa
asunción, a veces implícita en estos rituales, quizás se escondan algunos de
los grandes desafíos que tenemos como educadores: el de reconocer a nuestros
jóvenes como iguales, no tanto por los saberes específicos de las disciplinas
que enseñamos, sino en su humanidad en el sentido más profundo e íntegro de la
palabra.
Dicho esto, considero que hoy es un
día de celebración, pero por nuestro reencuentro. Por simplemente volver a
vernos, escucharnos, reírnos, rememorarnos, luego de años tan difíciles. Por un
reencuentro en donde quizás resignifiquemos experiencias pasadas, en donde tal
vez también, supongo, sus familias terminen de cristalizar la culminación
formal de un período de mucho esfuerzo y dedicación. Pero por sobre todas las
cosas, espero que esta jornada promueva la consolidación de recuerdos que nos
sirvan como brújulas para el futuro. Como una especie de ancla en la memoria
para retener las experiencias y aprendizajes significativos que se llevan de su
recorrido como estudiantes del CNBA.
¿Qué atesoraré como recuerdo de
esta cohorte? Si tuviese que mencionar dos características que los describen
diría: por un lado, su avidez por el conocimiento, en todas sus formas, colores
y sabores; y por el otro, su espíritu crítico. Dos capacidades, sin lugar a
dudas, indispensables para afrontar la complejidad del mundo en el que vivimos,
y que les deseo fuertemente que conserven y ejerciten de manera constante, ya
que seguramente deberán recurrir a ellas en más de una ocasión.
Hoy también nos toca transitar por
un mundo en pandemia, con una crisis ambiental y - por si fuera poco- con la
amenaza de una nueva guerra mundial de dimensiones todavía insospechadas. Aun
así, oscilamos como sociedad entre la percepción de que no es urgente ocuparse
de estos temas hasta la resignación de que nada resta por hacer al respecto.
¿Pero es así?
¿Cómo abordamos todo esto? ¿Qué
podemos hacer? ¿Qué queremos hacer? ¿Qué sabemos hacer? Las respuestas a estas
preguntas exceden a este discurso y a quién les habla, pero las enuncio para
señalar la importancia que tiene en esta época nuestra intervención en las
decisiones tecnocientíficas. Y para ello, no es necesario manejar en su totalidad
los conocimientos propios de una disciplina, sino adquirir la habilidad de
juzgar la pertinencia de los proyectos y argumentos de expertos y responsables
de toma de decisiones. Y me reconforta saber que tienen las herramientas para
enfrentar este desafío que tenemos por delante.
Hoy cierran un ciclo, culminan su
vínculo con nosotros como estudiantes y empiezan otros nuevos. Tal vez cuando
celebren su reunión de 10 años de graduación nos volveremos a encontrar y nos recordaremos.
Lamentablemente el paso de los años no nos hará necesariamente mejores, pero sí
nos dará más oportunidades para para poder vivir nuevas experiencias y
coleccionar nuevos aprendizajes.
Un maestro del arte de enseñar alguna vez me dijo que sólo
quienes intentan cosas absurdas alcanzarán lo imposible. Y tal vez de eso se
trate: avidez por el conocimiento para llegar a cosas absurdas y espíritu
crítico para transformar lo necesario en lo posible, aunque parezca imposible a
ciertas escalas.
Siempre nos dicen que es bueno
acabar un discurso con una cita. Dicen, con razón, que alguien más ya lo dijo
mejor antes. Así que escogí una del poeta español Miguel Hernández para
compartir con ustedes:
“Aquí me tenéis, para cuanto sea
necesario, aunque más necesito yo de vosotros (…). Pero volveremos a brindar
por todo lo que se pierde y se encuentra: la libertad, las cadenas, la alegría
y ese cariño oculto que nos arrastra a buscarnos a través de toda la tierra”.
Hasta otra vez, queridas y queridos
estudiantes, los saludo.
Muchas gracias.