Por Mariano Duna
La revisión de algunos
lineamientos teóricos sobre la tutoría -que forman parte de bibliografía ya
clásica al respecto- puede resultar de
gran ayuda a la hora de pensar las tensiones que se establecen entre diferentes
cargos, roles y funciones dentro de una escuela secundaria. Estos lineamientos
son independientes del modelo de tutoría adoptado por cada institución [ver artículo]
y facilitan la adopción de un encuadre general que permita centrarnos en el
aspecto pedagógico fundamental propio de la tutoría y en su vinculación con la tarea
de autoridades, profesores, preceptores, tutores y orientadores.
La tutoría
como estrategia de andamiaje
En las últimas décadas, la
tutoría se ha constituido en uno de los principales dispositivos
institucionales tendientes a trabajar en torno a la tensión entre cultura
escolar y culturas juveniles. La tutoría tiene como objetivo principal
acompañar, sostener y apoyar las trayectorias escolares múltiples y diversas de
los estudiantes; contribuye a tornar significativa la experiencia escolar y
potencia la relación del estudiante con el conocimiento.
Los contenidos de la tutoría son
amplios y flexibles y pueden organizarse en los siguientes ejes: integración a
la cultura escolar; integración al grupo de pares; autonomía creciente en el
estudio; participación y protagonismo en la vida institucional; y proyecto de
vida en la adolescencia y la juventud.
La acción tutorial suele
manifestarse a través de un enfoque reactivo que consiste en la intervención
ante situaciones emergentes; sin embargo, su desarrollo debe estar dirigido
hacia un enfoque proactivo que permita la prevención y la anticipación para
trabajar en la resolución de ciertas dificultades recurrentes. En este punto, la orientación y
planificación favorecidas por la coordinación del equipo de tutores resultan
muy importantes.
Cabe destacar que la tarea del
tutor se torna imposible si se la piensa como un “depósito de problemas”. Los
directivos de cada institución deben generar condiciones de colaboración que
favorezcan los logros de la acción tutorial comprendida de forma integral;
dicha colaboración debe estar facilitada por mecanismos institucionales y no
puede depender de los vínculos interpersonales entre docentes.
La tutoría
como proyecto institucional situado
Como mencionamos, el enfoque
proactivo exige una planificación que sostenga el trabajo del tutor; no
obstante, es importante destacar que no existe un currículo prescripto de la
tutoría y que cada proyecto debe resultar flexible, no burocrático y pensado
simultáneamente para cada escuela y para cada grupo.
En este punto, debemos remarcar
el rol del equipo de conducción de cada institución, responsable de gestionar
el proyecto de tutoría propio de cada escuela. Para eso, se debe partir de un
diagnóstico y definir objetivos, alcances y actividades, en función de la
población destinataria, la cultura institucional y la concepción de la
educación como un derecho.
Ahora bien, la tutoría no debe
ser la única línea de mejora de la institución. Si la tutoría es la instancia
en las que muchos conflictos se visibilizan, el tutor debe colocar cada
conflicto en la categoría de “problema pedagógico”, dejando de lado la
perspectiva que prioriza las tensiones interpersonales y favoreciendo la articulación
con otras instancias escolares.
Por lo tanto, observamos que el
equipo de conducción debe sostener la perspectiva institucional del proyecto,
habilitando y facilitando las condiciones para que cada docente de la escuela
–sea cual fuere su cargo, función o tareas- pueda ejercer adecuadamente la
función tutorial inherente a la función docente.
La función
tutorial
La tutoría es una
responsabilidad compartida entre todos los docentes. Cada tutor articula la
acción tutorial en tanto integrante de una propuesta institucional que
compromete e involucra a todos los actores de la institución. Si bien se
establecen –por cuestiones de incumbencia y organización- diferencias de
funciones, la tarea de generar mejores condiciones para el aprendizaje escolar
es una responsabilidad colectiva.
Por ejemplo, si la “integración
a la cultura escolar” es uno de los ejes de la tutoría, la enseñanza de este
aspecto no puede quedar limitada a los esfuerzos del tutor sino que debe contar con la acción paralela y
complementaria de preceptores –que acompañan diariamente a los alumnos y son
sus referentes inmediatos en caso de requerir orientación o fortalecimiento de
hábitos- y profesores –que deben contribuir al desarrollo del oficio del alumno
de acuerdo a características propias exigidas por sus materias-.
Algunas
reflexiones
Si –de forma resumida y
simplificada- el rol de los profesores está basado en la conducción de los
procesos de enseñanza y aprendizaje y los preceptores son responsables de
cuestiones administrativas y de convivencia, notamos que la especificidad de
los tutores (a secas, como propone el modelo de tutoría adoptado desde 2011 en
el CNBA) presenta una serie de particularidades. Por un lado, a la luz de la
experiencia de los últimos años, podemos afirmar que su rol está en proceso de
arraigarse y reconocerse de forma definitiva en la tradición escolar del CNBA.
Por el otro, acaso por esta razón, los modelos de tutoría en los que el tutor
es un profesor del curso o en los que cada división cuenta con un
preceptor-tutor podrían no resultar tan conflictivos: cuando el tutor se apoya
desde uno u otro rol (de profesor o de preceptor), su actividad pivotea sobre
la especificidad respectiva y es más difícil que el profesor-tutor o el
preceptor- tutor sea corrido de su eje.
Lo cierto es que el tutor a secas, al menos por la experiencia
transitada, por momentos parece ser una ficha que puede sacarse y ponerse en
cualquier lugar, y cuya función puede ser objeto de disputa permanente. Esta
situación se agrava si no existe un proyecto de tutoría definido y promovido
claramente por el equipo de gestión de la institución. En el caso del CNBA, además,
el proyecto necesariamente debería proponer una articulación más eficaz entre la
Dirección de Orientación al Estudiante y el Departamento de Alumnos.
Hasta qué punto estas
características representan un problema es relativo. Las relaciones laborales
requieren ciertas definiciones precisas que son contrarias al rol “en
permanente construcción” de la tutoría. Los tutores deberían poder desarrollar
su tarea en un contexto de experimentación –no de improvisación- durante un
período de tiempo razonable. De esta forma, podrían articular la “función
tutorial” de todos los integrantes de la comunidad educativa, aunque sólo si
predomina en todos los actores –sobre todo en el equipo de conducción- una
perspectiva pedagógica que interpele simultáneamente a cada docente como
trabajador y, sobre todo, como educador.
- Satulovsky, Silvia y Theuler,
Silvina, Tutorías: un modelo para armar y
desarmar, Buenos Aires, Noveduc, 2012.
- Viel, Patricia, Gestión de la tutoría escolar, Buenos
Aires, Noveduc, 2012.
- Viel, Patricia, “Tutoría”, en
Azar, Gabriela (dir), Nueva Escuela
Secundaria de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Diseño Curricular, Buenos
Aires, Ministerio de Educación del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, 2013.
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