3 de noviembre de 2017

Tutorías en Escuelas Medias de la UBA: modelos y debates

Por Claudio Acuña y Mariano Duna

A modo de introducción

En los últimos años, los espacios de tutoría se han constituido en un factor de importancia dentro de las estrategias institucionales desarrolladas en las escuelas medias para fortalecer los procesos de enseñanza y aprendizaje, promover la permanencia y egreso de los estudiantes, intervenir en la resolución de problemas –tanto a nivel individual como grupal-, y mediar en la relación entre padres, alumnos y la institución, entre otras funciones. El CNBA no constituye una excepción: más allá de sostener la excelencia académica como uno de sus mitos fundantes reconocido socialmente a través del tiempo, el Colegio no se mantiene indemne a un clima de época que interpela a todos los actores de la comunidad educativa con vistas a revisar el Proyecto Educativo Institucional y diseñar nuevas formas de intervención.
En este contexto, el actual Rector puso en marcha en su primera gestión las Tutorías Académicas, con la intención de que cada curso contara con un espacio regular de encuentro junto a su tutor, entre otros objetivos. A lo largo de estos años el proyecto fue sufriendo diferentes modificaciones con el objetivo de mejorarse. No obstante, entendemos que el mismo debe ser repensado en el marco de una reforma en curso que implique una reformulación integral de la DOE (Dirección de Orientación al Estudiante).
El objetivo de este  artículo es realizar aportes en esa dirección.  Para esto, abordaremos las características principales de tres modelos de tutorías que existen actualmente en colegios secundarios dependientes de la UBA.


Modelos diferentes para un mismo fin


Si bien el Colegio Nacional de Buenos Aires (CNBA), la Escuela Superior de Comerio Carlos Pellegrini (ESCCP) y el Instituto Libre de Segunda Enseñanza (ILSE) son instituciones que  tienen en común el hecho de seleccionar a sus alumnos mediante un curso de ingreso  y de plantear pautas de promoción distintas a las que rigen en otras escuelas, con respecto a las tutorías nos encontramos con tres modelos diferentes que implican formas diversas y complementarias de intervención. Estos modelos son:

a)    Modelo preceptor- tutor 

El ILSE es un colegio privado bajo la supervisión académica de la UBA, en el marco de lo habilitado por el Artículo 18 del Estatuto Universitario. Su autoridad máxima es el Consejo Superior del ILSE, órgano integrado por representantes de facultades de la UBA. El modelo de tutoría que allí se desarrolla es el de “preceptor- tutor”. La figura del preceptor– tutor tiene como objetivo el acompañamiento pedagógico de los alumnos, además de impulsar el tratamiento de temas de interés y cultura general dentro de las aulas.
Cada preceptor-tutor está a cargo de un curso o, a lo sumo, de dos. Esto facilita las tareas administrativas propias del rol del preceptor y potencia el seguimiento y el conocimiento que este docente tiene de cada uno de sus alumnos.
Las tutorías en sí se desarrollan bajo el formato de “horas disponibles”: ante la ausencia de un profesor, las actividades de tutoría reemplazan la “hora libre”. En caso de no producirse dichas ausencias, se acuerda con los docentes para que cedan una de sus horas de clase para la tutoría. El equipo de preceptores-tutores se encuentra coordinado por el Jefe y Subjefe de Preceptores y trabaja junto al Departamento de Orientación, encargado de la elaboración del Proyecto Tutorial y, especialmente para quinto y sexto año, del “Programa Integral de Orientación Vocacional y Laboral”. Durante los meses de diciembre y febrero, este Departamento realiza capacitaciones para todos los preceptores-tutores.
Podemos señalar que el doble rol de preceptor-tutor tiene como ventaja jerarquizar la función del preceptor al asignarle formalmente las acciones de acompañamiento y referencia que la gran mayoría de los preceptores desarrollan de todas formas. Asimismo, desde el punto de vista de la gestión institucional, un cargo de este tipo vuelve posible el ideal de contar con preceptores y con tutores con uno o pocos grupos a cargo, de manera tal que el trabajo con cada uno de los alumnos –y no sólo con aquellos que presentan problemáticas emergentes- se vea facilitado y potenciado.

Desde ya, la adopción de un modelo como éste requiere de una fuerte planificación institucional que asegure la capacitación de los preceptores que se encuentran desarrollando sus tareas. En este sentido, una desventaja es un posible contrapunto entre el rol disciplinador tradicionalmente asignado al preceptor y la función de acercamiento propia de la tutoría.

b) Modelo profesor– tutor

La ESCCP es la escuela media dependiente de la UBA que otorga el título secundario de Perito Mercantil. En esta institución el Departamento de Orientación al Estudiante (DOE) desarrolla una serie de tareas y objetivos que se proponen acompañar los procesos de aprendizaje significativos, valorando la importancia de la comunicación y el cuidado individual y grupal, además del seguimiento de los vínculos entre sí y con el resto de la comunidad educativa. El Departamento –que funciona desde 1988- está formado por un Equipo de Psicólogos y un Equipo de Tutores que cuenta con dos Coordinaciones, una para primero y segundo año y otra para tercero, cuarto y quinto año. En total hay 75 tutores para los tres turnos (mañana, tarde y vespertino). En este modelo uno de los profesores de cada una de estas divisiones es el encargado de llevar adelante la tutoría; la misma consta de tres horas semanales, las cuales se distribuyen se la siguiente manera: 1 hora cátedra frente a curso, 1 hora de presencia en el colegio destinada a la atención de padres y una hora para tareas de planificación. En cada año se abordan distintas problemáticas, se realizan reuniones y talleres con profesores, tutores y preceptores, se llevan a cabo entrevistas individuales y grupales, se organizan paneles y actividades informativas sobre carreras universitarias y se diseña y organiza la recepción a los alumnos y padres de 1er año y la despedida a los alumnos de 5to año.  Por último, ante situaciones tanto individuales como grupales los tutores acuerdan estrategias de intervención para implementar a través de las distintas redes institucionales.
La ventaja de este modelo de profesor-tutor es que permite conocer mejor al grupo en un plano específico –el propio de cada asignatura-, lo que posibilita observar directamente los procesos de enseñanza y aprendizaje. Sin embargo, como desventaja podemos señalar la falta de tiempo rentado necesario para llegar a conocer a los alumnos individualmente en profundidad, o para atender casos que requieran una atención específica.

c) Modelo tutor

Desde 2011, se desarrolla en el CNBA un modelo de tutoría según el cual el tutor se desempeña exclusivamente como “tutor” (sin ser preceptor ni profesor del curso) de todas las divisiones de un año determinado, por turno. Su inserción institucional es la siguiente: bajo la Dirección de Orientación al Estudiante (DOE) se encuentran el Departamento de Orientación, el Departamento de Programas Especiales y el Departamento de Tutorías. Desde ya, se establecen entre las tres dependencias vínculos diversos de acuerdo a las necesidades y a la naturaleza siempre diversa de cada uno de los roles involucrados.
En primer y segundo año la tutoría cuenta con una hora semanal asignada de forma fija en el horario, si bien no se trata de un espacio curricular acreditable. A partir de tercero, la tutoría frente a grupo se realiza mediante un cronograma de horas cedidas de acuerdo a una grilla confeccionada por la Coordinación de Tutorías y refrendada por el Rector.
Los contenidos a desarrollar en primer año se relacionan con la adaptación al nivel medio, la integración del curso, el conocimiento de las pautas y espacios escolares y la organización del estudio, entre otros. Aspectos vinculados con los consumos problemáticos, la sexualidad, la participación política, la violencia institucional, entre otros, no tardan en surgir y son abordados a partir de diferentes estrategias. En tercer año se trabajan otro tipo de problemáticas vinculadas a tensiones, cuestionamientos e impugnaciones a la familia, al Colegio y sus reglas; por último en cuarto y quinto se plantean cuestiones relacionadas al futuro, orientación vocacional y el fin del paso por la institución.
 Este modelo presenta la ventaja de permitirle al tutor colocarse en una posición en cierto punto equidistante entre los alumnos, los profesores y la institución y, desde ese lugar, poder ejercer el rol articulando diferentes puntos de vista. Como desventaja, debido a la cantidad de cursos a cargo, muchas veces se produce una aproximación superficial a la problemática de los alumnos. A su vez, dada la asignación exclusiva a la función tutorial, recaen sobre los tutores muchas representaciones a cargo de otros actores institucionales, que van desde pensar que el tutor “no sirve para nada” a asignarles todo tipo de tareas.

Algunas claves para un modelo situado y en construcción

Creemos que estos modelos de Tutoría –en los que lo académico ocupa un lugar importante, pero no único- no se contraponen. Es importante que el proyecto de tutoría sea pensado como parte de un proyecto integral vinculado a la DOE y a otras dependencias (Departamento de Alumnos, Departamentos Académicos, Vicerrectorías) y, a la vez, como un proyecto que reconozca la singularidad de la institución y de cada grupo. Un proyecto situado[1] de tutorías que debe ser también flexible y no burocrático y que debe tener en cuenta un espacio para la propuestas de alumnos y de padres; sobre todo, debe tener la capacidad para asumir lo imprevisto, fundamentalmente en aquellos casos en los que la necesidad de intervención entre en tensión con lo dispuesto por la normativa escrita o las tradiciones de cada escuela.
Por último -y a modo de cierre-, entendemos que cada proyecto debe presuponer la elaboración de objetivos y metas, de criterios y orientaciones, que necesitan de una planificación y de posteriores evaluaciones. Como hemos visto a lo largo de este texto, no se puede inferir de estas experiencias que haya un modelo que prevalezca sobre otro; muy por el contrario: creemos que sería equivocado sostener recetas o modelos únicos, sino que se debe fomentar la creatividad en la elaboración de cada proyecto. Solo de esta forma nos acercaremos a cumplir con la función –esta vez sí común a todos los modelos- de acompañar, sostener y apoyar las trayectorias escolares múltiples y diversas[2] de los estudiantes.





[1] Satulovsky, Silvia y Theuler, Silvina, Tutorías: un modelo para armar y desarmar, Buenos Aires, Noveduc, 2012.
[2] Viel, Patricia, “Tutoría”, en Azar, Gabriela (dir.), Nueva Escuela Secundaria de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Diseño curricular, Ministerio de Educación CABA, 2014.

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